Los niños y las rabietas

Las rabietas son una de las primeras grandes expresiones de autonomía de los niños. Aparecen cuando comienzan a caminar y son más o menos habituales hasta los tres años.

A estas edades los pequeños ven el mundo desde su perspectiva y cuando quieren algo l quieren ya. Si se les niega se desata la rabieta que sería las versión mejorada de los llantos de los bebes.

Estas conductas también se dan por imitación cuando entran a la guardería o jardín maternal, en plazas, comercios y para los padres es muy frustrante porque se da en lugares públicos y ellos temen ser juzgados por otros adultos como malos padres.

No es malo que los niños se frustren, recordamos que no siempre pueden lograr todo lo que desean. Si manifiestan rabietas con frecuencia, casi siempre que se les niega algo, es probable que sea porque los padres no han podido o no han sabido ponerle límites adecuados.

La táctica más efectiva contra las rabietas podría ser IGNORAR, ACOGER Y REPRENDER. Se les dirá algo como  “Si te comportas así, no haré caso” o “Ahora se puede ir a los juegos porque tenemos que hacer tal cosa”.

Dejar que desarrolle su rabieta, que diga que los padres son malos y acabará pasando.

El niño necesita un adulto que lo contenga fundamentalmente con palabras, firmeza, sin generar más agresividad.

Si no funciona el recurso de ignorarlo es bueno abrazar al niño y hacerle saber que papá o mamá lo quieren.

Muchas veces las rabietas actúan como válvula de escape y pueden ser manifestaciones de celos. Cuando pasa frente al quiosco y pide caramelos puede ser que ocurra porque alguien le compró a su hermanito o porque está cansado o con hambre y lo expresa con ese enojo desmedido.

Se lo puede distraer diciéndole “cuando lleguemos a casa tomamos una rica merienda”. Pero si aun así después de probar estas estrategias persuasivas sigue comportándose de igual modo, habrá que reprenderlo con seriedad para que a su vez recuerde que sus padres son los que ponen límites.

Los niños se quedan mal después de las rabietas porque se han desbordado y angustiado, por esto es muy importante que sientan que los quieren a pesar de que no siempre van a satisfacerlos en todo.

Como ya expresamos, estas actitudes irán desapareciendo con el paso del tiempo. Si un niño de escuela primaria, tiene rabietas con frecuencia, algo pasa.

Puede ser que se haya roto la cadena de mando (hago lo que quiero cuando quiero) o que esté expresando por ese medio algo que le pasa y que no puede poner en palabras. Lo aconsejable sería descubrir de qué se trata o pedir ayuda profesional.

La relación entre padres e hijos no puede convertirse en una lucha de poder. Los padres son los que guían y ordenan.

 

Bibliografía sugerida:

  • “El reto de ser padres” de Joseph Knobel Freud
  • “Niños caprichosos, adolescentes rebeldes” de Amanda Céspedes