Los verdaderos incentivos

Cuanto mejor es la situación económica, menos es el poder de los incentivos materiales para movilizarse.

El dinero y lo material son buenos combustibles en la escasez pero van perdiendo el poder en cuanto asoma la abundancia y aunque el dinero ayuda, no posee la felicidad.

Según Cowen (autor de Descubre el economista que llevas adentro y Destrucción creativa) la cobertura de las necesidades  de supervivencia deja al descubierto otras carencias: orgullo por la tarea bien hecha, alegría por los éxitos, posibilidad de ser creativas, vínculos con las personas con quienes convivimos.

Esto trae a la mesa la Pirámide de necesidades básicas donde en su base están las necesidades elementales de supervivencia (protección, respeto de valores), en el tercero las de aceptaciones (amor, pertenencia, amistad), en el cuarto las de autocorrección (reconocimiento, confianza) y en el vértice las de autorrealización (creatividad, aportes que dejan huellas, mural).

Si no se atienden las necesidades de base, no hay como seguir adelante. Pero, si no se satisfacen las del vértice sobreviene el vacío.

La vida vendría a ser escalar la pirámide. Esta comprobado que el dinero no nos llevará desde la base hasta la cima eximiéndose de todo compromiso o esfuerzo.

Actualmente se observa que las carencias más notables, una vez alcanzado un buen nivel económico y material, son las de afecto y tiempo.

Recordemos que el afecto se cultiva con presencia, actividades acciones y todo ella requiere de tiempo y si el tiempo se dedica a una carrera no controlada para acumular dinero o status, no habrá manera de invertirla en vínculos o en hacer que esos vínculos puedan sostener en el tiempo.