A contar cuentos y leer

Lo que incorporamos como parte de nuestra cultura fue pasando de generación en generación. Hace muchísimos años se transmitían mediante charlas alrededor del fuego.

Se habló mucho antes de la aparición de la escritura.

No había electricidad, oscurecía y no había más por hacer ni trabajar. Esto permitía entonces el encuentro y la oportunidad de CONVERSAR.

De este modo sugieren las historias y los cuentos que hoy conocemos como tradicionales. También los mitos, leyendas, poemas. En un principio eran solo para adultos.

Los cuentos de hadas no tienen elementos históricos suceden en un mundo donde la fantasía no tiene límite y donde todo es posible y si alguien muere puede volver a la vida por medios mágicos y estos cuentos suelen tener un final feliz.

Con las fábulas que son muy antiguas se produce aprendizaje. Las leyendas son narraciones fantásticas que van pasando de generación en generación.

Es importante tener presente que todos podemos ser “contadores de cuentos” y a los chicos les fascinan las historias contadas por sus padres o abuelos (cómo vivían en la infancia, a qué jugaban, cuáles eran sus comidas preferidas, quién las preparaba.)

Se pueden inventar historias y hacer que los pequeños los completen, que vayan armando las propias.

Ayuda traer a la conversación qué leíamos los adultos y presentarles algunos de esos libros u otros que estén al alcance. Podrán hacer una lista de títulos preferidos e inventar y con ayuda nuestra escribir historias.

El “había una vez” significa magia.

Es de increíble valor que los papás, cuidadores u otros alumnos les leamos cuentos. Pero será necesario eliminar distractores (el celular, la televisión u otros sonidos).

Crear un ambiente especial que podrá ser sobre una alfombra o un sillón, todos atentos a disfrutar. Se podrá armar una rutina semanal, con un horario y día dedicado a contar y escuchar cuentos.

Lo mismo puede hacerse para leer, escribir, dramatizar. Todo sin pantallas al alcance.

El mejor momento suele ser al anochecer, relajados y conectados entre sí.

A medida que crean la propuesta podrá ser que el momento del encuentro siga siendo un ritual pero que cada uno disponga del material de lectura que elija.

Así nos vamos enriqueciendo, conocemos lugares nuevos, otras costumbres, datos curiosos. Para que los chicos quieran leer es necesario generar una relación íntima con los libros y que nos vean leer a los adultos.

La selección debe hacerse acorde a la edad y a sus intereses. Cuando son bebes les proporcionamos libros que pueden manipular, llevar a la bañera, otros con texturas, sonidos y mucho color.

Cuando van creciendo los relatos podrán ser un poquito más extensos.

Actualmente el material bibliográfico para la infancia es sumamente variado y nos ayudan al tratamiento de temas a veces complejos (dejar el pañal, la muerte de una mascota, los miedos, el nacimiento de un hermanito, entre otros).

A no desaprovechar estos momentos de encuentro y conexión en familia. Pueden ser cortos pero no por ello menos importantes.

A leer cuentos, a escribir y a dibujar.