Educar en estos tiempos

Este es el gran desafío tanto para los padres como para los educadores.
Cuando se trata de educar aparecen temores, inseguridades y muchas veces culpa. Dudamos, pero no cabe duda que todos queremos lo mejor.
Suele ocurrir que muchos padres no quieren que sus hijos pasen por lo que ellos pasaron como hijos o alumnos. Se inhiben por temor a equivocarse y dejan de actuar cuando se hace necesario.
No es suficiente creer que el niño o joven la deben pasar bien, esto puede resultar dañino para ellos.
En todo momento debemos tener como meta educar para la libertad pero recordando que para alcanzarla hay que trabajar la libertad responsable.
Pero ¿Cómo hacerlo? Y ante este interrogante no podemos dejar de lado el tema de los límites que a su vez está ligado a los valores.
Los límites no son un fin sino un medio para resguardar esos valores (la verdad, la dignidad, el amor, la solidaridad, la responsabilidad, el aprovechamiento del tiempo libre…) nos ayuda n a diferenciar lo que corresponde de lo que no corresponde.
Tenemos que convencernos que el niño/adolescente necesita los límites como hiedra a la pared para adherirse para crecer felices, sanos y fuertes.
Ni represión ni permisividad, límites para llegar al autogobierno, límite para dar amor.
Educar no es tarea de especialistas, sí es indispensable actuar como adultos responsables. Es una tarea constante que empieza cuando nacen y no termina porque recaerá siempre en los padres.
Educar proviene de “educare” que significa guiar o conducir y “ducere ” que significa extraer, sacar de la interioridad.
Quien educa, guía al otro
Es fundamental tener confianza. No es bueno dar marcha atrás permanentemente en las directivas que damos. Podemos equivocarnos y admitir el error (lección invalorable) pero no podemos pedir disculpas todo el tiempo.
Es correcto que el chico pelee por lograr lo que quiere pero nosotros también tenemos que hacerlo. No podemos dejarlo librado a su suerte. Tenemos que confrontar, dialogar y limitar.
Otro aspecto que no debemos perder de vista es que necesitan de los adultos. No les hace falta un amigo, necesitan más que eso, necesitan un verdadero conductor y ese no es el rol del amigo.
Hace falta vivir en un clima de diálogo pero ese diálogo debe ser proporcional a la edad. No puede ser un diálogo de adulto a adulto porque aún no lo es y a medida que crece va descubriendo la conducta a seguir.
Desde chicos necesitamos un referente que nos ayude a andar para ubicarnos en nuestra existencia, esto no lo necesita sólo de bebé, lo necesitamos siempre para no estar perdidos y el referente irá cambiando. Empezará siendo papá o mamá, luego será el maestro, etc. Este referente es AUTORIDAD y permite el ordenamiento del bien común.
EL LÍMITE O AUTORIDAD NO ES CONTRA EL CHICO. ES A FAVOR DE SU VIDA.
No podemos educar suponiendo que el mundo es de los chicos.
Cuando decimos que los únicos privilegiados son los niños, ¡Cuidado!, esto haría suponer que los adultos no lo somos y podemos perder el equilibrio. El mundo es de chicos y grandes.
Recuperar la AUTORIDAD es un servicio a los chicos y a nosotros mismos (no los dejo hacer lo que quieren)

Extraído de DIALOGOS CON LA VIDA de Julio C. Labaké