Es de suma importancia recurrir al diálogo con nuestros hijos o alumnos cuando se plantea alguna situación equívoca pero no siempre se puede resolver con el diálogo y hace falta recurrir a alguna sanción acorde con la edad; hay reglas que cumplir en la vida y desde pequeños debemos acostumbrarlos a ello y a cumplirlas.
Lo fundamental es la coherencia en la aplicación de esa sanción –“No puede el padre o maestro poner una sanción y otro día ante el mismo hecho, otra”-.
La falta de consistencia en la aplicación de correctivos, desorienta y desarrolla conductas agresivas, y si falta coherencia ente los adultos que aplicaron esos correctivos, el niño/joven aprenderá a diferenciar a quién recurrir para conseguir lo que se propone.
Señala M. Harbert -“Si un niño hace algo, y a consecuencia de esta acción, le ocurre algo no reforzante entonces será menos probable que lo vuelva a hacer”-.
Si cuando un niño desobedece, hace berrinches, lo sermoneamos, gritamos o pegamos, estaremos reforzando ese mal comportamiento, será conveniente pensar una sanción que sabemos cumpliremos hasta el final.
- · No repetir en exceso que debe hacer.
- · Apoyarse mutuamente padre/madre en la sanción impuesta.
- · Proponer sanciones cortas (no sirve de nada decir por un mes no verás televisión o no tendrás recreo)
- · Hacerle notar la pérdida de privilegios y sobre todo ser firmes y coherentes en lo que se prometió tanto para el elogio como para la sanción.
Bibliografía
“El pequeño dictador” Javier Urra