Los hijos que esperan que todo se les resuelva

 

Si los padres hacen por los hijos lo que éstos, desde pequeños, tiene  capacidad de hacer, los están volviendo inválidos en lugar de ayudarlos.  Volviéndose inactivos, los hijos no transforman las informaciones recibidas o las enseñanzas en conocimientos.  Este ahorro paraliza las iniciativas de los hijos.  Ante los obstáculos que los esperan, acabaran teniendo que esperar que los demás los enfrenten.  Esto debilita su autoestima y complica cada vez más cualquier iniciativa.  En vez de ser emprendedores, terminan siendo “esperadores”.

Los pequeños herederos, además de indignarse si tiene que hacer algo, esperan que los demás les resuelvan todo de buena voluntad, como si fueran sus súbditos, y ellos, príncipes.

En apariencia, están muy orgullosos de sí mismos, pero su autoestima está por los suelos, ni siquiera intentan hacer lo que desean, por miedo al fracaso.  Nadie puede ser feliz dependiendo tanto de otras personas.  Es la madre, o el padre, que distorsiona su propia letra para hacer la tarea del hijo, sin que le importe el ejemplo que está dando de engañar a la maestra, y de que su hijo sea evaluado por algo que no hizo.

Al final de cuentas, ¿qué es lo que el hijo está heredando?  La falta de ética.  Es por amor, pero también por ignorancia, que los padres crían herederos.  Si la herencia fuera material, ¿con qué capacidad podría el hijo administrarla?

Los “herederos esperadores” pueden ser agresivos cuando los demás se niegan a satisfacer sus deseos.  Para lograr sus propósitos llegan incluso a engañar, mentir, chantajear; son capaces de provocar la quiebra de las empresas heredadas por incompetencia profesional, por conflictos que van desde simples malentendidos hasta verdaderas guerras por ego, envidia, rivalidad, inversiones y tomas de utilidades egoístas, entre muchos otros.

 

 

Extraído de Padres Brillantes, Maestros Fascinantes

Autor Icami Tiba