Los padres y la autoridad

Criar a los hijos supone entre otras cosas, ejercer la autoridad. Pero la autoridad ha perdido prestigio tanto en los hogares como en las escuelas, situación que hoy en día ya se evidencia en la escuela primaria.

Tener autoridad no es ser autoritario y esto muchas veces es el error de los padres que por no sentirse de ese modo, no ejercen la autoridad sobre sus hijos.

La responsabilidad es tomar decisiones por ellos (la hora de acostarse, cuando ver TV. Que cosas no pueden hacer solos, etc.) y dejarles claro que tienen que obedecer.

Muchos padres quieren  ser amigos de sus hijos, ser padre puede no parecer agradable, sobre todo cuando hay que mostrarse firme por el bien del niño.

Los niños no se van a traumar porque se le frustren sus deseos. La adultez implica asumir una serie de responsabilidades que pueden pesar. Actualmente se habrá mucho del síndrome de Peter Pan, para describir aquellos adultos que se niegan a crecer y que no asumen sus responsabilidades.

Pero, si se tienen hijos, hay que ejercer como padres

Cuando se le dice a un niño que no puede hacer tal o cual cosa, es necesario explicarle razones.

Las palabras siempre son importantes y cada padre tendrá que encontrar las más adecuadas para sus hijos y medir la edad a la que van dirigidas .El sermón AGOTA Y NO SURTE EFECTO. Conciso y claro.

También puede ocurrir que una vez conocido el argumento, el niño continúe preguntando para intentar salirse con la suya. Sera entonces el momento de  escuchar un rato, solo un rato y luego no hay más discusión.

El hijo se acostumbrara  a que un no es un NO.

No es necesario ejercer la autoridad de manera ruda, se puede incluso recurrir al humor pero sin perder la firmeza y la gran estrategia para que los niños obedezcan es predicar con el ejemplo.

Uno de los pilares de la obediencia es el respeto y es el inicio de la escuela primaria, el momento de inculcarlo, cuesta mucho obedecer a alguien a quien no se respeta. Muchas veces las parejas discuten delante de los niños, se agreden verbalmente, se desvalorizan mutuamente y si los hijos ven que se falta el respeto, difícilmente puedan respetarlos.

Es sumamente importante no mostrar desavenencias delante de ellos porque las diferencias existen pero no hay porque tratarlas o mostrárselas, los padres deben ser coherentes y utilizar un mismo criterio y esta actitud también debe tomarse entre padres y escuela.

Si hay disparidad de criterios, deben discutirse cuando el niño no esté presente. Hay que contribuir a que la mirada del niño/joven hacia los padres sea de amor y respeto y no generar lo opuesto.

 

Bibliografía: “El reto de ser padres” – Joseph Knobel Freud