Los primeros mensajes familiares

Es importante hacer hincapié en el hecho de que los niños pequeños necesitan realmente la aprobación de los adultos (padres) en sus años de formación. Pero el sistema de aprobación de los adultos no debe ser absoluto. La confianza en sí mismo se va transmitiendo desde la cuna. No hace falta que el niño consulte todo ¿Qué como? ¿Con quién puedo jugar? ¿Cuándo? ¿Dondé? ¿Qué me pongo?.

Hay que  ayudar a los niños a pensar por si mismos, a solucionar sus problemas y desarrollar la confianza en si mismos.

Si así no se hiciera, los resultados darían niños dependientes donde la mamá o el adulto se  convierte en el árbitro, en el mediador, aquel a quien hay que recurrir para solucionar conflictos.

Muchas veces, el apuro de los adultos hace que no dejemos el espacio para que el niño experimente por si mismo. Ocurre mucho cuando tiene que vestirse  y nuestra impaciencia hace que nosotros le coloquemos las medias, el abrigo… aplastando de este modo el juicio de independencia, sin querer y sin pensar, con las mejores intenciones fomentamos la dependencia.

Suele ocurrir que para que no les pase nada malo, la protección es tal que el resultado es lo contrario de lo que se pretende. No le estamos dando las armas para confiar en sí mismos en momentos difíciles.

Debemos confiar en la capacidad del niño para construir un comportamiento independiente que le sirva para toda la vida. No es que la aprobación no sea importante, si no que debe ser otorgada libremente a los niños.

Muchos de los mensajes de pide  – la autorización – de papá o mamá son importantes para la salud y seguridad del niño, otros son enseñados para aprender la buena conducta, aquella que hay que tener para ganar la aprobación de la gente. Esta aprobación que debería ser gratuita y no instalada para agradar a los demás.

No hay que contribuir a que confunda su propia estima con la aprobación de cualquier otra persona.

Ayudemos a los niños a crecer con seguridades, en forma autónoma acorde con la etapa evolutiva en la que se encuentran. No los tratemos como una propiedad.

 

Recordemos lo expresado en “El Profeta”

“Tus niños no son tus niños

son los hijos y las hijas de los anhelos que

siente la vida por sí mismo.

Vienen a través de ti pero no de ti

y aunque están contigo, no te pertenecen.”

Bibliografía sugerida:  -“Tus zonas erroneas” de Dr Wayne W. Dyer.

                                                                                                                                                                                                                                                                                  -“El profeta” de Khalil Gibran.