Es común que cíclicamente se renueven programas escolares. Aparecen “Nuevos contenidos”, o se incorporan otras asignaturas como ocurría recientemente con Educación Sexual que paso a ser parte de la currícula.
No está mal que se hagan ajustes acorde a la normalidad que se da en la sociedad pero sería fundamental a partir de analizar cuál es el rol de la escuela.
No hay dudas que en ella se debe enseñar a pensar y a convivir, que deben transmitirse conocimientos pero no habría conocimientos útiles si no tendemos a la formación de mejores personas.
“Si la escuela no se ocupa de los valores, la educación no existe”-. Podremos hablar de instrucción pero la instrucción no garantiza comportamientos éticos. Es necesario que los valores guíen el conocimiento para que sea utilizado en bien de la persona y de la sociedad.
Como Institución Educativa podemos dar herramientas para entender el mundo pero también, y sobre todo, para inculcar solidaridad y comprensión si no el mundo dejaría de ser habitado, –“En la selva el más fuerte destruye al más débil”-, ahí podríamos agregar –“El que sabe más puede engañar más”-.
La formación ética debe responder a un proyecto común hogar-escuela, firme, claro y exigente.
No puede quedar librado a la improvisación o las ocurrencias individuales.
Todos podemos educar pero debemos recordar que lo hacemos con las palabras y sobre todo con nuestras acciones.
EDUCAMOS COMO SOMOS