Muy conectados, poco comunicados

Comunicarse es tomar conciencia de cada uno, de nuestra singularidad de que el YO no existir si se carece de la palabra TU.
La comunicación no es algo que se da, debemos construirla. Es el deber de reconocer al otro y de respetarlo como alguien diferente, el deber de escucharlo (no solo de oírlo), de hablarle (no solo de dirigirle palabras), de registrar su presencia. “Es un puente emocional de persona a persona”.
No venimos a la vida comunicados, venimos a comunicarnos y contamos con los recursos, habilidades y condiciones para hacerlo.
Las nuevas tecnologías (llamadas de comunicación e información) nos conectan pero no nos comunican.
Podemos disponer de todas las alternativas virtuales y es probable que cuanto más nos conectemos, menos posibilidades tengamos de comunicarnos.
No olvidemos que para lograrlo debemos atravesar un proceso complejo que requiere TIEMPO, ATENCIÓN, CUIDADO y si dejamos de comunicarnos por más logros materiales que alcancemos estamos cada vez más llenos de vacío, más tristes y solitarios. Las nuevas tecnologías pasan a anestesiar ese dolor de no saber para qué se vive pero no son malas en si mismas. Lo dañino es el uso que se les dé.
Cuando asomaron al mundo lo hicieron con una expresión humanística: EL SER HUMANO COMO FIN, pero con el correr de los años ese ser pasó a ser un OBJETO.
“Progreso tecnológico no significa progreso moral”. Actualmente el progreso se convierte en un fin en sí mismo y se podría pensar que es válido progresar, ir hacia adelante pero analicemos si marchar hacia adelante es siempre un valor. ¿Qué pasaría si yendo hacia adelante tropezamos con un abismo? ¿Con un animal peligroso?, etc. ¿Avanzaríamos igual?.
Las nuevas tecnologías están gestionadas por personas que seguramente buscan réditos económicos, actúan aplicando la seducción, tratan de convencernos que comprando esto y aquello recién llegado al mercado estaremos mejor conectados. Pero esa conexión vale no es gratuita. Tiene costos altos y reales.
Se paga con la pérdida de vínculos, ausentándonos del mundo real, con ausencia de experiencias verdaderas y muchas veces con una profunda soledad.
No obstante si tomamos conciencia de ello y no detenemos a pensar para qué vivimos, qué vida queremos vivir y cómo vamos a responder en la búsqueda de ese sentido es probable que podamos revertir la situación.
Recordemos la frase de John Lennon “La vida es eso que pasa mientras estás distraído en otras cosas”

Bibliografía sugerida
“Conectados al vacío”, “Elogio de la responsabilidad” y “La sociedad de los hijos huérfanos” de Sergio Sinay

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